Tu pensabas que amabas el verano pero…

Justo cuando tu mente te decía que llega el summer, te das cuenta de que al final nada es lo que parece. ¿O sí?

Verano y JumpersMientras se escriben estas líneas, todavía no ha empezado el verano. Pero ya es verano. Hace muchos días que empezaste a entonar el «vaya calor» casi a cualquier hora del día. La confirmación oficial llega, como todos los veranos, por medio de Instagram, cuya sección «#sun» se llena de fotos confirmando tus peores sospechas: el mercurio está desbocado y el filtro Valencia no puede asumir todo el trabajo que se le avecina. A estas alturas de tu vida, ¿amas u odias el verano?

No sabemos si tienes preparada la respuesta, pero ojo que es más complicado de lo que parece. Se supone que hay muchos motivos por los que le amas, pero luego te pones a reflexionar y te acuerdas de que el suelo es lava desde que te levantas hasta que vuelves a poner el espumillón en los cuadros. Es entonces cuando te planteas tu existencia entre junio y septiembre.

Motivos por los que amar u odiar el verano

¿Un bañito en la piscina?: es en lo primero que se piensa. De primero de veraneo. Pero luego recuerdas que en tu piscina te exigen gorro de baño, esa prenda que todavía es legal y que no te permite mantener tu dignidad intacta mucho tiempo. Pero lo superas, te haces la mochila y te lanzas a otro debate fraticida: no sabes si quieres sol o sombra y, cuando te has decidido, recuerdas que no te has echado crema media hora antes. Bueno, es que directamente no te has echado crema y tienes que pasar por ese trance. Consejo del verano: comprate un spray de crema transparente. 

Y cuando ya por fin estás en el agua, el momento que todos esperábamos: te cruzas con ese hombre o mujer nadando a lo perrito. ¡Ay amigo! Al final bendices el aire acondicionado y te planteas tu existencia veraniega.

Hablemos de la playita: Llega el veranito, el summer, que se dice en idioma canalla. Y no hay mejor plan que cerrar una maleta rápida para irte a la playa. Pero como las calas más bonitas de este país te pillan lejos, o directamente no las conoces, acabas en una de esas playas de la derecha de nuestro mapa, junto a miles de personas más que pensaron lo mismo que tu.

Conclusión: tienes que empadronarte en La Pineda para coger un sitio con tu sombrilla de flores. Y, por supuesto, como todavía no has superado el trauma impuesto por tu madre, esperas religiosamente dos horas para hacer la digestión de la ensaladilla rusa. Al final estabas mejor en la piscina.

¿Y la tarde que no hay playa ni piscina?

Pues le ruegas a los dioses que conoces que el termómetro no pase de los 40 grados para poder salir de casa antes de las 10 de la noche sin provocarte quemaduras de segundo grado. Has quedado para tomar algo con algunos amigos y todo va bien hasta que uno de ellos saca el móvil, le hace la foto a lo que sea y la cuelga con el hashtag «terraceo». Es ahí cuando te das cuenta de que no es una crisis económica sino una crisis de valores. Y llegas a la conclusión de que en la piscina o en la playa estarías mejor. O no, porque seguro que tarde o temprano alguien colgará una foto titulada #Sunset

Y tu pensabas que todo podía quedar ahí. Que el calor, la oposición para un sitio en la playa o la solicitud formal para hacerte un larguito en la piscina era lo peor que te podía pasar. Pero no, porque todavía no ha sonado la canción del verano en la radio. Sí amigo, esa que dices odiar pero que, en realidad, la cantas bajo la ducha haciendo que tu puño es uno micrófono. No lo niegues hombre, que todos los hemos hecho alguna vez.

¿Has sacado la misma conclusión que nosotros? ¡Olvídate de todo y disfruta del summer!


					

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