Dramas que solo vive un amante de los Jumpers

Bolsas de snacks Jumpers

Han pasado muchos años, pero seguimos dando guerra. Tanta que en algunas familias la pasión por los Jumpers se han transmitido de generación en generación. Y este tipo de cosas, claro, trae consecuencias. Cuando eres muy muy fan de algo en concreto, puedes llegar a vivir una serie de dramas particulares, todos ellos relacionados con tus ganas de tener un paquete de Jumpers entre las manos.

 

Nosotros te preguntamos sinceramente: ¿de verdad no has vivido algo de todo esto? 

Cuando no tienes a mano

Suponemos que este es el mayor drama al que te puedes enfrentar. No tienes una bolsa cerca y no te queda otro remedio que hacer frente a tu ansiedad acudiendo al establecimiento más cercano a tu casa. Lo que implica vestirse y moverse. O pedir ayuda en las redes sociales, que es algo que se estila mucho pero que no terminamos de estar convencidos de que funcione. Y ojo esta situación no la vivas en domingo, con prácticamente todas las tiendas de cabecera cerradas, porque entonces es posible que tengas que terminar en algún 24 horas de otro barrio para dar rienda suelta a tus ganas.

Nadie dijo que ser un aficionado a los Jumpers fuera siempre fácil.

Cuando te das cuenta de que el precio no es el mismo

Sí, es posible que un paquete de Jumpers hace 500 años valiera 20 céntimos. Ya no te decimos nada de cuando se vendían en pesetas. Pero en esta vida hay cosas que se deben asumir con naturalidad: la vida ha subido de precio. Y todo depende también de la tienda en la que compres. A pesar de que ahora tengas que destinar algunos céntimos más a saciar tu hambre, seguimos sin ser un vicio caro. Así que no a lugar tanta protesta.

Llega el recreo y se han terminado

Si hay una cosa que nos queda clara de nuestros días conversando con vosotros en las redes sociales es que somos el amor verdadero de muchos estudiantes, que esperan la llegada del recreo con ansia pura para correr a la cafetería y partirse la cara (esperamos que esto no sea necesario) con el que ose atreverse a quitarte tu paquete. No suele ocurrir, pero si ese día ya no quedan Jumpers, la cosa se puede poner más seria de lo que pensamos.

Los Jumpers te confirman que ya eres adultx

Nosotros nos esforzamos todo lo necesario por dejar claro que comer Jumpers no tiene edad. Te puedes meter una bolsa entre pecho y espalda con 10 años o con 57. Para nosotros lo importante es que sigamos siendo tu snack preferido. Pero hay muchxs que se dan cuenta de que han crecido más de la cuenta cuando se percatan de que siguen teniendo antojo de Jumpers, y al día siguiente les toca firmar una hipoteca. Entonces se lamentan diciendo cosas como «ojalá tener 14 años para…» A ver, socix, que no importa que estés a punto de contraer matrimonio: comete esa bolsa sin remordimientos.

Nunca tendrás nuestro tatuaje

Promociones a lo largo de nuestra historia hemos tenido muchas, pero hay algunas que marcan más que otras. Mientras estás leyendo esto ya nos hemos ocupado de poblar España con más de una decena de patinetes eléctricos, por ejemplo. Pero muchos nostálgicos siguen pensando todavía en dos promociones concretas, suspirando por su retorno: la época dorada de los tatuajes y las ranitas. Nuestras saltarinas favoritas volvieron por el 25 aniversario (y quién sabe si algún día lo harán de nuevo), pero los míticos tatuajes ya no lo han hecho. Y no son pocos los días en los que muchxs se acuerdan de ellos. Y llega el drama de saber que eso será complicado. Y que puede que nada vuelva a ser lo mismo sin ellos.

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