No quieres que ocurra, pero llega septiembre y…

La llegada de septiembreTodos los sabemos, y lo asumimos cada uno a nuestra manera: septiembre se termina convirtiendo siempre en una especie de domingo por la tarde que dura 31 días. 31 largos días. Le puedes odiar, le puedes querer, o puedes hacer simplemente lo que quieras con su presencia. Pero ahí va a estar para siempre. Ojo cuidado: nosotros tenemos la teoría, más o menos demostrada, de que puedes darle una oportunidad a este tedioso mes, y te acabará gustando. Hay muchas cosas peores que un septiembre: por ejemplo, ese amigo/a que todavía no ha subido todas las fotos del verano a su Facebook.

Se acerca septiembre y…

Tú languideces pensando que todo ha terminado. Que ya no hay nada que hacer, y solo puedes sentarte a esperar la llegada de otro verano insuperable (porque todos los veranos son insuperables). Y cuando te das cuenta de que ocurre, seguro que en algún momento de tus últimos días del mes de agosto (de cualquier mes de agosto) terminarás viviendo situaciones únicas que solo acontecen  cuando te das cuenta de que más temprano que tarde el reloj volverá a apoderarse de tu vida.

«A ver si volvemos todos ya a la rutina»

No importa que sea el colmo de la contrariedad: debes asumir que esta frase la vas a pronunciar tarde o temprano. Y es que vivimos en una especie de espiral (puede que no todos, claro) en las que nos debatimos entre nuestro deseo permanente de vacaciones y el de hacer algo de provecho con la vida. Porque siempre hemos reconocido alguna vez en nuestros fueros internos que no seríamos capaces de pegarnos todo el año con una mano encima de la otra. Por no hablar claro, de que aquellos que no tienen vacaciones en agosto desean con fuerzas que llegue septiembre solo para que se acabe la suerte de los que sí las han tenido en este mes.

Este tuit de Valeria Ros representa bastante bien lo que queremos decir:

Te acuerdas de la época de los Corticoles

Puede que sigan existiendo, aunque no de la forma en la que unos pocos elegidos los vivimos en su momento. Aquello era un festival del dinero regalo, y te ponía en bandeja pasar tu buena tarde en El Corte Inglés capturando alguna cosita que no te esperabas. ¿Quién no se ha llevado unos Pilot de los buenos gracias a los Corticoles?  Era una señal inequivoca de que se acercaba al colegio, pero cuando pasan los años y creces terminas deseando que todo se siguiera contando en Corticoles. Venga, ya podéis comenzar a añorar aquellos preciosos años.

Recuerdas que odiabas volver a clase, pero amabas comprar los libros. Y todo lo de papelería.

No tiene mucha explicación pero sentías un extraño placer en comprar los nuevos libros de texto. Por no hablar del inmenso placer que se siente comprando todo lo englobado dentro de «papelería». Te podías perder horas y horas entre bolígrafos y subrayadores, y todo lo que pasaras entre ellos te iba a parecer poco. Entendemos que ningún científico con dos dedos de frente se ha sentado a analizar el por qué de ambas situaciones. Peor ahí están. Y pasa el tiempo y no pierdes la oportunidad de pasar un ratillo entre libros y cuadernos siempre que puedes.

Miras en el calendario cuándo es el próximo puente largo.

Y nos entra la risa floja solo de pensar que todos los septiembre te llevas la misma sorpresa: hasta noviembre no hay puente. Y todo te resulta muy reconfortante cuando te das cuenta que no, que la vida ha sido benevolente contigo y el 12 de octubre podrás disfrutar de un plácido día de fiesta. Bonus: Sí, si vives en Zaragoza ya comienzas septiembre deseando que lleguen las fiestas del Pilar.

Pronuncias 100 veces «lo bien que estabas de vacaciones en…»

¿Te acuerdas del primer punto? Pues aquí reside parte de la contradicción de la que os hemos hablado. Tu cuerpo, al igual que le ocurre a toda la sociedad en general, se divide en el bando de volver a la rutina para tener de nuevo una vida algo ordenada, y la parte que susurra al oído cada día-hora-minuto que hace escaso mes y medio estabas de vacaciones en tu pueblo (o donde fuera) y que estaban siendo los días más felices de tu vida. Que duro es vivir entre dos tierras.

¡No lo olvides! Llegar hasta septiembre y volver a la rutina puede no estar mal de todo. Te trae de vuelta cosas mágicas como esta.

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