¿Algún valiente se atreve con un helado de Jumpers?

Es una de las batallas más míticas del verano. Una duelo hombre-helado que se repite cada año: tienes dos opciones, ser un conservador o elegir los sabores más innovadores. 

Cuando estés leyendo estas líneas, lo más probable es que hace tiempo que hayas degustado el primer helado de la temporada (que ya llevamos un poquito). Y es que, desde hace mucho tiempo, en España no hace falta que el calendario nos indique que es verano oficialmente para que atraquemos con saña alguna heladería. Es también altamente probable que, durante el invierno, aprovechando alguna cita especial, también metieras la cuchara en alguna tarrina.

Igual que el debate sobre la playa o la montaña, en el terreno de los helados también hay discusiones muy encarnizadas. ¿Cuál es vuestro sabor favorito? ¿Cuál es ese al que no os acercáis ni por dinero? ¿Hay que innovar en materia de helados?

Damos por hecho que no vamos a tener helados de sabor a Jumpers (ojo que luego igual vienen sorpresas). Es complicado llevarse el sabor de un snack salado al segmento de los helados. No obstante, si un día en Aragón consiguieron parir el helado de borraja, tampoco nos damos por vencidos en este sentido. A la hora de hablar de helados tenemos varios campos en los que movernos:

  • Los de heladería de la buena, de tarrina o cucurucho. De esos que, casi seguro, terminas con helado hasta en la punta de los pies.
  • Los de las diferentes marcas. Algunos son auténticas religiones: el Calipo, imperdonable para muchos, el Drácula, que ha patrocinado muchas tardes de gloria, o el Mikolapiz, que es todo un superviviente y sigue ofreciendo una combinación mágica de chocolate y vainilla a los más entendidos del lugar.

Por lo tanto, lanzamos una primera pregunta al aire: ¿heladería o helados de cartel? Si sois de la primera opción, entonces habréis vivido el terrible momento de enfrentaros a un congelador lleno de sabores con todas las fuentes de helado pidiendo que las lleves a casa. ¿Qué puedes hacer? Vamos con algunas opciones:

  • Ser conservador: hay algunas opciones que nunca fallan. Chocolate, nata, vainilla, fresa… los sabores más tradicionales no faltan en una buena heladería que se precie y son la mejor opción cuando no queremos comernos la cabeza.
  • Medio conservador: si elegimos un par de bolas de helado, con la mitad de la elección no nos la jugamos y elegimos una de las anteriores. Así nos aseguramos de que, al menos, la mitad de la ecuación sale bien. Pero somos gente lanzada, y hemos visto algún sabor que nos llama la atención. Y en un ataque de valentía te decides y capturas una bola de… ¿vino?
  • Ser un valiente: ojo que el helado de vino os puede parecer una locura, pero existe. No solo existe el vino, sino que desde el blog de La Menorquina se nos proponen algunos sabores que se salen de lo habitual. Churros, parmesano, mojito ¡o palomitas! «Lo exótico está de moda y el mundo de los helados no es una excepción. Los sabores de helado más extravagantes han invadido las heladerías y la tendencia no parece acabarse», aseguran desde esta marca.

Eso es lo que dicen desde el blog de La Menorquina que, para variar en otro post, nos quitan la razón a una de nuestras premisas anteriores. Según este reputado fabricante, que en el campo de los helados sabe de qué habla, los ¡helados snacks! son cada vez más tendencia. «Helados de chocolate recubiertos con patatas fritas o palomitas», a medio camino entre un postre de toda la vida y unos snacks de picoteo, parecen estar cada vez más de moda.

¿Habrá algún valiente que nos envíe una foto de un helado cubierto de Jumpers?

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